El poeta Mohamad Alaaedin Abdul Moula, durante la presentación de su libro "Muertos de mi corazón" el 13 de febrero pasado, en el auditorio del Museo León Trotsky, en Coyoacán.
Jueves 13 de febrero de 2014, Museo León Trotsky, Coyoacán.
El pasado jueves 13 de febrero, se presentó en el auditorio del Museo León Trotsky en Coyoacán, al sur de la ciudad de México, el multipremiado poeta de origen árabe, Mohamad Alaaedin Abdul Moula, quien nació en la ciudad de Homs, en Siria, hace 49 años y se encuentra radicando en México desde hace tres, cuando llegó a principio del año de 2011, como becario de la Casa Refugio Citlaltepétl, fundada en 1998, y que ha funcionado desde entonces como un importante centro cultural y casa de refugio para escritores perseguidos por su pensamiento en sus países de origen.
Mohamad Alaaedin Abdul Moula, quien se ha distinguido por ser un duro crítico del régimen político que gobierna en Siria, su país natal, y quien es actualmente uno de los referentes más importantes a nivel mundial de la poesía y la literatura en el mundo árabe, se hizo escuchar el pasado jueves 13 de febrero ante un auditorio de 28 personas, que asistieron a la presentación de su libro "Muertos de mi corazón", el cuarto que escribe durante su estancia en México. Mohamad es un hombre sencillo, educado y culto, habla árabe levantino o shamí, que es el dialecto correspondiente a la región en que nació y habla el árabe clásico, cosa ya poco común en estos tiempos. Es un hombre de estatura media, delgado y taciturno, que habla poco, pero escribe mucho -como el mismo dice- y que no ha podido aprender casi nada de español en los tres años que lleva viviendo en este país. Se comunica a través de un amigo, Ernesto Cisneros, profesor de árabe del CELE de la UNAM, quien funge como su traductor y acompañante en sus aventuras recorriendo la ciudad y algunos pocos sitios de México que ha podido conocer. Para comenzar su presentación, Alaaedin pide a su amigo Ernesto, que lea un discurso que escribió la noche anterior. En su texto Moahamad habla de su llegada a un país de ensueño, a un lugar que no ose imaginó nunca. Explica brevemente los motivos de su llegada a México -vengo, no huyendo, si no saliendo por propia voluntad, de un mundo sin libertades, sin conciencia de la importancia que la libertad tiene para el espíritu humano y que esto en Siria, bajo el régimen de Bashar Al-Assad no se respeta, por eso salí de mi país, por que era cuestión de tiempo para que me arrebatarán mi libertad por pensar diferente, pero sobre todo por alzar mi voz y hacerla escuchar- dice - y tuve que dejar tras de mi todo lo que tenía, mis hijos, mi familia y mis amigos, dos de mis hermanos fueron muertos por ese régimen- dice, y luego comienza a hablar de México, de su experiencia en este país y de sus apreciaciones sobre nuestra cultura. -México es un país culturalmente muy vasto, tiene de todo, es impresionante, pese a su pobreza y a estar sometido a un régimen que no logra sacar adelante al país, lo cual lo hace muy parecido a Siria, la gente no se vence, si no todo lo contrario, vive su vida como si fuese una fiesta, hay música y canciones por todos lados... A mi me gusta mucho como la gente baila en las calles como en el centro, en la Alameda o en la Ciudadela, o como todo el tiempo cantan, por eso a veces digo, dale a tres mexicanos una guitarra, un pandero y un violín y tendrás una gran fiesta...
Pero de todo esto, lo que más le gusta de nuestro país, y lo dice sin dudarlo, es la libertad.
Luego comienza la lectura, acompañado del arquitecto, escritor, guionista, actor y poeta, Oscar Manuel Quezada, quien dará lectura en español a los poemas que Alaaedin leerá en árabe.
La selección de poemas leídos, demuestra lo grande del poeta, la profundidad de su pensamiento, el conocimiento de su cultura y del espíritu humano, la fuerza de sus versos y la construcción de sus textos son de un estilo muy propio de su origen árabe, y después de cada poema se devela cada vez más, la calidad literaria y la altura de este hombre como poeta.
Sus versos dejan entrever el sufrimiento y el dolor por la cerrazón, la necedad y el fanatismo religioso, de un mundo cuya intolerancia cae, desde hace siglos como una pesada y filosa guillotina sobre el cuello de su gente. Sin caer en lugares comunes, si no todo lo contrario, creando poderosas imágenes a través de magistrales metáforas nos lleva por senderos que se bifurcan entre la guerra y la paz, pero ambas sin libertad y por lo tanto sin un verdadero valor, por que como lo dice el poeta en alguno de sus versos - la guerra y la paz sin libertad, son una misma cosa, son una esclavitud del alma, del cuerpo, del corazón...-. Y así se pasa la siguiente media hora, entre los versos que pronunciados en árabe atraviesan la sala, saliendo de la garganta del poeta, de su estómago, de su hígado y de su corazón, a través de sus boca, entre un marco de poderosos ademanes de sus brazos y manos, que nos dicen muchas cosas, con ocultos significados, como jeroglífos de aire, en un dialecto de ángeles, de sonidos inexpugnables, hasta que la voz en español que surge a través de la garganta de Oscar, los descifra en audibles tonos que fácilmente distinguen nuestros oídos y se asientan, como suelen hacerlo los versos de los buenos poemas, en nuestros corazones. Este libro de muertos y de corazones, es un cúmulo de oraciones silenciosas, un cascada de lamentos y de afirmaciones, sin catastrofismos, vacío de vagas remembranzas y lleno, inmensamente lleno de nostalgia.
Cuando pienso en un hombre, en un poeta, en un filosofo, que es también un hijo, un hermano y un padre, un conciudadano, un poblador de su tierra y un ser humano que es capaz de sentir el dolor de otros como si del suyo propio se tratara, pienso en lo difícil que debe ser decirlo y más aún poéticamente, y pienso en lo difícil que es no llorar tras cada palabra, tras cada recuerdo traducido en verso, tras cada manifiesto vuelto metáfora, tras cada día de una vida tan rica de palabras y pensamientos, tan poblada de ideas, tan llena de versos y tan vacía de libertad.
Luego me regreso a las propias palabras del poeta, que dice que México es grande por la alegría de vivir que puebla los corazones de su gente (soy uno de ellos, de esos pobladores con corazón lleno de vida, según el poeta) y que se hace sentir en la música y el baile que están en todo momento presentes en la cotidianidad de los mexicanos y que esto es posible gracias a una única cosa, la libertad.
No puedo menos que estar de acuerdo con Alaaedin, pues ese es el legado más importante de México para sus hijos adoptivos, los miles y miles de inmigrantes que llegaron en calidad de refugiados, perseguidos políticos, asilados, migrantes por razones económicas, desplazados y demás, que pudieron ser lo que quisieron ser, vivir, formar familia, crecer y morir contribuyendo en cada momento de sus vidas con sus acciones a que México fuese cada vez un mejor país.
Un ejemplo, es "Muertos de mi corazón", un libro de versos contra la opresión en Siria, que fue posible escribir desde libertad que México le ofreció a Mohamad, el poeta.
Miguel Mouriño Fajardo.
Mohamad Alaaedin Abdul Moula y Oscar Manuel Quezada, el jueves 13 de febrero durante la presentación del libro "Muertos de mi corazón", en el auditorio del Museo León Trotsky, en Coyoacán
Fotografías: Miguel Mouriño/Instituto del Derecho d eAsilo-Museo Casa de León Trotsky, A.C. 2014. Coyoacán.